Un alga puede ayudar contra el hidroarsenicismo
Por ser capaz de prosperar en aguas que para cualquier otra especie serían extremadamente tóxicas, un alga unicelular, microscópica, llamada Cyanidioschyzon, puede ayudar a solucionar el problema del hidroarsenicismo.
El hidroarsenicismo son los daños producidos, a mediano y largo plazo, por la presencia de niveles de arsénico (un elemento químico tóxico para el organismo) superiores a los tolerables en el agua potable.
El profesor Tim McDermott, del departamento de Recursos Terrestres y Ciencias Ambientales de la Universidad Estatal de Montana, Estados Unidos, estima que el alga, que se ha mostrado capaz de modificar químicamente el arsénico en las aguas volcánicas, puede ser útil para desintoxicar residuos de la industria minera que están cargados de esa sustancia tóxica, para crear alimentos más seguros y también para limpiar las napas freáticas.
El arsénico es la sustancia tóxica más común en el medio ambiente. Según informes geológicos hechos en la Argentina, su presencia en las napas de agua potable es natural, azarosa, y tiene que ver fundamentalmente con factores de la composición del suelo. Esto quiere decir que en el país el arsénico no aparece sólo como un residuo de procesos industriales. Recientemente la Sociedad Argentina de Dermatología había difundido un mapa en el que se indicaban las zonas del país en las que se había detectado una presencia de arsénico en el agua mayor al límite que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estipula como inocuo para la salud, más allá del cual se considera que existe riesgo de hidroarsenicismo.
El hidroarsenicismo puede manifestarse en una variedad de formas, que van desde lesiones en la piel hasta manifestaciones oncológicas. Las comunidades que padecen este problema requieren de manera imprescindible el suministro a través de una red de agua potable debidamente purificada.
Para cualquier otro organismo vivo, las termas de agua ácida (solfataras y mud pools) del famoso Parque Nacional de Yellowstone, célebre por su raro paisaje de origen volcánico, serían un ambiente demasiado hostil. Hasta las rodillas de los jeans de los investigadores quedan agujereadas cuando se agachan a sus orillas para tomar muestras. Pero el alga Cyanidioschyzon encuentra allí su elemento y se halla en abundancia, formando colonias relativamente amplias y verdes.
Prospera en aguas con temperaturas por encima de los 60ºC con un factor pH muy ácido (de 0.5 a 3.5, cuando se considera ácida una muestra cuyo pH es inferior a 7). Las aguas volcánicas suelen tener un alto contenido de azufre y otros minerales corrosivos.
“El alga vive en áreas del parque que son extremadamente tóxicas respecto del arsénico”, agregó McDermott, que investigó el tema durante más de una década y acaba de publicar un estudio en la revista científica “Proceedings of the National Academy of Sciences”, junto con colegas de otras universidades y centros de investigación estadounidenses.
Los científicos clonaron los genes del alga y estudiaron las enzimas resultantes del proceso por el cual se transforma el arsénico. Descubrieron que el alga oxida el compuesto tóxico, lo reduce químicamente y lo convierte en formas menos tóxicas, tales como gases capaces de evaporarse en altas temperaturas. Esto les permite a los microorganismos contar con un ambiente menos cargado de arsénico.