Agricultores franceses señalan que las prohibiciones sobre los transgénicos dañan al país
Según los productores franceses, Francia está arriesgando su lugar entre los principales países productores de alimentos si rechaza a los cultivos genéticamente modificados.
Según los productores franceses, Francia está arriesgando su lugar entre los principales países productores de alimentos si rechaza a los cultivos genéticamente modificados. Orama, un grupo que concentra a los productores franceses de granos y aceites, se unió a los productores de semillas y varios políticos para oponerse a los que luchan contra el uso de estos cultivos mientras otros importantes países productores de alimentos los adoptan. El llamado es parte del debate abierto convocado por el gobierno sobre el futuro de la política ambiental en Francia, durante el cual el futuro de los cultivos transgénicos en el país fue motivo de acaloradas discusiones. Francia y otros países europeos, presionados por sus reacios consumidores, se han opuesto a los transgénicos, mientras Estados Unidos y otros grandes productores de alimentos (Canadá, Argentina, Brasil, entre otros) los han adoptado. 'Hoy hay 102 millones de hectáreas sembradas con cultivos genéticamente modificados en el mundo. Nuestro miedo es que si Francia continúa rechazándolos nos quedaremos atrás, y dependeremos de la tecnología de otros países', declaró el presidente de Orama, Philippe Pinta. 'Con este rechazo estamos además desmotivando a la investigación científica, condenando nuestro futuro', agregó. El Ministro francés de Medio Ambiente, Jean-Louis Borloo, señaló el mes pasado que el gobierno continuaría permitiendo la investigación científica con cultivos transgénicos, pero prohibiría tanto su comercialización como su siembra. Aunque la idea fue bienvenida por los grupos ambientalistas, fue muy criticada por los productores, que señalaron la importancia de que Francia continúe con las investigaciones y los ensayos a campo. Hasta hoy Francia sólo siembra un tipo de cultivo transgénico, el maíz resistente a insectos, en una superficie pequeña de 22.000 hectáreas. Los productores remarcaron además la contradicción entre prohibir la investigación y la siembra y al mismo tiempo permitir la importación y el consumo de productos derivados de cultivos transgénicos. 'Acabarán riéndose de nosotros, que comemos lo que le prohibimos a nuestros productores que cultiven', enfatizó Christian Pees, presidente del grupo semillero francés Euralis.