Agro: la nueva tecnología aportará u$s 1.700
La Argentina fue elegida entre cinco países por las empresas de semillas y biotecnología para la investigación y desarrollo de cultivos de última generación —los resistentes a herbicidas e insectos en una misma planta—, una tecnología que le aportará al país entre 1.700 y 2.000 millones de dólares al año tras su aplicación, por efecto de una mejora en los rendimientos de los cultivos.
La Argentina fue elegida entre cinco países por las empresas de semillas y biotecnología para la investigación y desarrollo de cultivos de última generación —los resistentes a herbicidas e insectos en una misma planta—, una tecnología que le aportará al país entre 1.700 y 2.000 millones de dólares al año tras su aplicación, por efecto de una mejora en los rendimientos de los cultivos.
Las multinacionales del sector que estuvieron presentes en Expoagro, la megamuestra del campo que se realizó del 5 al 8 de marzo pasado en Armstrong, se ocuparon de poner énfasis en esta situación de privilegio que tiene la Argentina y en las ventajas que les puede deparar a las arcas públicas, vía retenciones, la adopción por parte de los productores de estos nuevos paquetes tecnológicos. Ese también es un argumento de peso para las compañías del rubro a la hora de pelear por la aprobación de los nuevos eventos transgénicos por parte de las autoridades nacionales. Los grandes jugadores mundiales del negocio de semillas y biotecnología eligieron al país, junto a Estados Unidos, India, China y Brasil, como los laboratorios para el desarrollo de los eventos transgénicos de última generación, como el maíz MGRR2 que conjuga resistencia a insectos y herbicidas en una misma planta; el algodón Bt, RR; o las sojas Bt RR 2 —éstas sólo para Sudamérica— que reportan rindes superiores, menores costos de implantación y una reducción del 83% en la cantidad de aplicación de herbicidas de alta toxicidad. Según calculan los especialistas, en la Argentina la aplicación plena de este paquete tecnológico (los tres tipos de semillas) aportaría entre 1.700 y 2.000 millones de dólares por campaña por efecto de un incremento de los rindes puntualmente para la soja de entre 8 y 12 por ciento. Esto es, si antes se gastaban 100 dólares por hectárea en herbicidas, ahora se gastan 50 dólares y por cada cambio de variedad (mejorada) que realiza un productor al elegir una semilla, gana 65 dólares por hectárea más en producción y rendimiento. Un antecedente de peso en este sentido es el de la soja RR (resistente al herbicida glifosato). Desde su adopción en el país en 1996 hasta 2006, el uso de esta tecnología aportó 20 mil millones de dólares de ganancias para el país. Actualmente en la zona núcleo, el rinde promedio de la oleaginosa para un productor que aplica tecnología ronda los 35 quintales por hectárea (qq/ha), mientras que el maíz alcanza entre los 80 y 100 qq/ha. Rendimientos que se logran con la aplicación de tecnología y buen manejo de las prácticas agrícolas.
Las multinacionales del sector que estuvieron presentes en Expoagro, la megamuestra del campo que se realizó del 5 al 8 de marzo pasado en Armstrong, se ocuparon de poner énfasis en esta situación de privilegio que tiene la Argentina y en las ventajas que les puede deparar a las arcas públicas, vía retenciones, la adopción por parte de los productores de estos nuevos paquetes tecnológicos. Ese también es un argumento de peso para las compañías del rubro a la hora de pelear por la aprobación de los nuevos eventos transgénicos por parte de las autoridades nacionales. Los grandes jugadores mundiales del negocio de semillas y biotecnología eligieron al país, junto a Estados Unidos, India, China y Brasil, como los laboratorios para el desarrollo de los eventos transgénicos de última generación, como el maíz MGRR2 que conjuga resistencia a insectos y herbicidas en una misma planta; el algodón Bt, RR; o las sojas Bt RR 2 —éstas sólo para Sudamérica— que reportan rindes superiores, menores costos de implantación y una reducción del 83% en la cantidad de aplicación de herbicidas de alta toxicidad. Según calculan los especialistas, en la Argentina la aplicación plena de este paquete tecnológico (los tres tipos de semillas) aportaría entre 1.700 y 2.000 millones de dólares por campaña por efecto de un incremento de los rindes puntualmente para la soja de entre 8 y 12 por ciento. Esto es, si antes se gastaban 100 dólares por hectárea en herbicidas, ahora se gastan 50 dólares y por cada cambio de variedad (mejorada) que realiza un productor al elegir una semilla, gana 65 dólares por hectárea más en producción y rendimiento. Un antecedente de peso en este sentido es el de la soja RR (resistente al herbicida glifosato). Desde su adopción en el país en 1996 hasta 2006, el uso de esta tecnología aportó 20 mil millones de dólares de ganancias para el país. Actualmente en la zona núcleo, el rinde promedio de la oleaginosa para un productor que aplica tecnología ronda los 35 quintales por hectárea (qq/ha), mientras que el maíz alcanza entre los 80 y 100 qq/ha. Rendimientos que se logran con la aplicación de tecnología y buen manejo de las prácticas agrícolas.