Una vacuna para el ganado
Bioinnovo, una empresa conformada por el INTA y la firma Vetanco, comercializará la primera vacuna recombinante contra la diarrea viral bobina en la Argentina. El desarrollo ya fue patentado en varios países y ganó el concurso Innovar 2015.
Bioinnovo, una empresa conformada por el INTA y la firma Vetanco, comercializará la primera vacuna recombinante contra la diarrea viral bobina en la Argentina. El desarrollo ya fue patentado en varios países y ganó el concurso Innovar 2015.
Investigadores del Instituto de Genética y Virología del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), junto con profesionales de la empresa Vetanco, desarrollaron la primera vacuna recombinante aprobada por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) para combatir la denominada diarrea viral bovina, una enfermedad que afecta a más del 70 % del ganado vacuno en la Argentina.
“Hay vacunas contra este virus, pero la respuesta que producen es débil, porque se hacen a base de un virus inactivado, que hay que fabricar y es muy difícil de hacer en las cantidades necesarias para que funcione”, dice Andrés Wigdorovitz, el investigador del INTA que lideró el desarrollo de la vacuna Vedevax, que recientemente fue reconocida con el gran premio Innovar 2015. Además, explica que, para lograr una vacuna más efectiva, recurrieron a una plataforma basada en baculovirus y proteínas de direccionamiento a células del sistema inmune. “Un baculovirus es un virus que infecta células de insectos, al que le agregamos el gen de la proteína del virus de la diarrea viral bovina. Eso genera una reacción que hace que fabrique proteínas del virus de la diarrea viral bovina, que es el que necesitamos y cosechamos para hacer la vacuna”, explica Wigdorovitz y agrega que, para que el efecto sea más potente aún, le introdujeron una segunda innovación. “A esa proteína le agregamos un componente de un anticuerpo que es identificado por el sistema inmune y que entra en contacto con él”, agrega el investigador.
El virus de la diarrea viral bovina es un miembro del género Pestivirus, de la familia Flaviviridae, que también incluye al virus de la peste porcina clásica, entre otros. El grupo de investigación también contó con el aporte del especialista José Ángel Escribano, del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) de España, una institución similar al INTA en ese país. Wigdorovitz destaca la importancia de la vinculación entre instituciones y las ventajas de trabajar en equipo para poder llevar el conocimiento a productos que puedan ser insertados en el mercado. “En este caso, arrancamos desde la ciencia básica. Pero después había que escalarla, probarla y recién entonces convertirla en un producto. Necesitábamos la cadena completa”.
Arriesgar para crecer
Otra de las particularidades de este desarrollo es que la investigación contó con la participación activa de la empresa Vetanco casi desde que comenzó a conformarse este proyecto, hace ya una década. Según recuerda Wigdorovitz, los investigadores del INTA se acercaron a la empresa por otros desarrollos y el vínculo evolucionó. De hecho, hoy ambas instituciones han formado Bioinnovo, la primera participación de una institución pública en una empresa de base tecnológica en el marco de la Ley 25.467, de Ciencia, Tecnología e Innovación.
“A veces, las empresas no son tan innovadoras y suelen evaluar si los riesgos son muy altos antes de dar su apoyo a un proyecto. La diferencia es que Vetanco se jugó un paso más de lo usual en cuanto al riesgo asumido”, destaca Wigdorovitz, quien también fue director de INCUINTA, una plataforma técnico-organizativa del INTA que promueve el desarrollo de proyectos de vinculación tecnológica, y recuerda que “al principio éramos como dos partes: Vetanco y nosotros. Pero ahora no está más ese prejuicio, se disolvió eso de la empresa y el INTA, y ahora hablamos de ‘nosotros’ en conjunto cuando estamos desarrollando tal o cual cosa”.
La vacuna Vedevax fue reconocida recientemente con el premio principal del concurso Innovar 2015. Entre ellas, esta vacuna recombinante contra la diarrea viral bovina que ha sido patentada –antes de convertirse en un producto comercial– en la Argentina y en España, entre otros países. “Por el momento la está fabricando Vetanco, hasta que Bioinnovo tenga la infraestructura necesaria, pero la comercialización se hará desde esa segunda empresa”, agrega el especialista y adelanta que se espera que, a principio de 2016, ya estará disponible en el mercado la primera serie de 20.000 dosis de estas vacunas, con un costo similar al de otras ya existentes. “Teníamos un desarrollo innovador y sólido y tuvimos la capacidad de agrupar todos los componentes que nos faltaban para poder seguir adelante: la empresa, los investigadores, la institución y la búsqueda de los subsidios. Todos fueron fundamentales. Conformamos un buen equipo, pero hay que ser muy perseverante y tratar de que las frustraciones no sean más que coyunturales”, sostiene Wigdorovitz.
Investigadores del Instituto de Genética y Virología del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), junto con profesionales de la empresa Vetanco, desarrollaron la primera vacuna recombinante aprobada por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) para combatir la denominada diarrea viral bovina, una enfermedad que afecta a más del 70 % del ganado vacuno en la Argentina.
“Hay vacunas contra este virus, pero la respuesta que producen es débil, porque se hacen a base de un virus inactivado, que hay que fabricar y es muy difícil de hacer en las cantidades necesarias para que funcione”, dice Andrés Wigdorovitz, el investigador del INTA que lideró el desarrollo de la vacuna Vedevax, que recientemente fue reconocida con el gran premio Innovar 2015. Además, explica que, para lograr una vacuna más efectiva, recurrieron a una plataforma basada en baculovirus y proteínas de direccionamiento a células del sistema inmune. “Un baculovirus es un virus que infecta células de insectos, al que le agregamos el gen de la proteína del virus de la diarrea viral bovina. Eso genera una reacción que hace que fabrique proteínas del virus de la diarrea viral bovina, que es el que necesitamos y cosechamos para hacer la vacuna”, explica Wigdorovitz y agrega que, para que el efecto sea más potente aún, le introdujeron una segunda innovación. “A esa proteína le agregamos un componente de un anticuerpo que es identificado por el sistema inmune y que entra en contacto con él”, agrega el investigador.
El virus de la diarrea viral bovina es un miembro del género Pestivirus, de la familia Flaviviridae, que también incluye al virus de la peste porcina clásica, entre otros. El grupo de investigación también contó con el aporte del especialista José Ángel Escribano, del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) de España, una institución similar al INTA en ese país. Wigdorovitz destaca la importancia de la vinculación entre instituciones y las ventajas de trabajar en equipo para poder llevar el conocimiento a productos que puedan ser insertados en el mercado. “En este caso, arrancamos desde la ciencia básica. Pero después había que escalarla, probarla y recién entonces convertirla en un producto. Necesitábamos la cadena completa”.
Arriesgar para crecer
Otra de las particularidades de este desarrollo es que la investigación contó con la participación activa de la empresa Vetanco casi desde que comenzó a conformarse este proyecto, hace ya una década. Según recuerda Wigdorovitz, los investigadores del INTA se acercaron a la empresa por otros desarrollos y el vínculo evolucionó. De hecho, hoy ambas instituciones han formado Bioinnovo, la primera participación de una institución pública en una empresa de base tecnológica en el marco de la Ley 25.467, de Ciencia, Tecnología e Innovación.
“A veces, las empresas no son tan innovadoras y suelen evaluar si los riesgos son muy altos antes de dar su apoyo a un proyecto. La diferencia es que Vetanco se jugó un paso más de lo usual en cuanto al riesgo asumido”, destaca Wigdorovitz, quien también fue director de INCUINTA, una plataforma técnico-organizativa del INTA que promueve el desarrollo de proyectos de vinculación tecnológica, y recuerda que “al principio éramos como dos partes: Vetanco y nosotros. Pero ahora no está más ese prejuicio, se disolvió eso de la empresa y el INTA, y ahora hablamos de ‘nosotros’ en conjunto cuando estamos desarrollando tal o cual cosa”.
La vacuna Vedevax fue reconocida recientemente con el premio principal del concurso Innovar 2015. Entre ellas, esta vacuna recombinante contra la diarrea viral bovina que ha sido patentada –antes de convertirse en un producto comercial– en la Argentina y en España, entre otros países. “Por el momento la está fabricando Vetanco, hasta que Bioinnovo tenga la infraestructura necesaria, pero la comercialización se hará desde esa segunda empresa”, agrega el especialista y adelanta que se espera que, a principio de 2016, ya estará disponible en el mercado la primera serie de 20.000 dosis de estas vacunas, con un costo similar al de otras ya existentes. “Teníamos un desarrollo innovador y sólido y tuvimos la capacidad de agrupar todos los componentes que nos faltaban para poder seguir adelante: la empresa, los investigadores, la institución y la búsqueda de los subsidios. Todos fueron fundamentales. Conformamos un buen equipo, pero hay que ser muy perseverante y tratar de que las frustraciones no sean más que coyunturales”, sostiene Wigdorovitz.