Antibióticos vs. probióticos nativos
Los sistemas de cría intensiva fomentan la promiscuidad microbiana y, con ello, la aparición de supermicrobios cada vez más agresivos y resistentes. El manejo agroecológico y la incorporación de probióticos nativos, entre las alternativas viables.
Los sistemas de cría intensiva fomentan la promiscuidad microbiana y, con ello, la aparición de supermicrobios cada vez más agresivos y resistentes. El manejo agroecológico y la incorporación de probióticos nativos, entre las alternativas viables.
Los sistemas intensivos de cría fomentan la aparición de supermicrobios cada vez más agresivos y resistentes a los antibióticos. En la carrera evolutiva entre el hombre y los microorganismos, los más pequeños corren con ventaja. Los sistemas intensivos de cría fomentan la aparición de supermicrobios cada vez más agresivos y resistentes a los antibióticos.
De acuerdo con el coordinador del Proyecto Probio INTA nativa, Guillermo Kociubinski, la penicilina quedó obsoleta, para lo cual propone utilizar a los probióticos nativos de cepas nativas, al inicio mismo de la cadena agroalimentaria, y en el marco de un manejo agroecológico, como una alternativa viable. Se trata de bacterias ácido lácticas (BALs) que se agregan a la alimentación de los animales de cría intensiva mediante formulados multi cepa nativos para que actúen contra los microorganismos altamente agresivos de similar modo que un antibiótico a fin de prevenir enfermedades de transmisión agroalimentaria de origen zoonótico Las producciones intensivas agreden al ecosistema al generar mayor cantidad de desechos del que éste está capacitado a procesar. A su vez, esta situación fomenta la promiscuidad microbiana al promover el intercambio genético entre las bacterias para obtener, como resultado, súper microorganismos cada vez más agresivos y resistentes. Si se tiene en cuenta que los animales están menos inmunizados debido al concepto de destete precoz, los probióticos transmitidos por las madres a sus crías mediante la lactancia resultan trascendentales, según el técnico del Instituto de Alimentos del INTA Castelar.
En esta línea, el investigador –repatriado en 2009– aseguró que la penicilina quedó obsoleta y resulta esencial actuar preventivamente. Para ello recomendó aplicar una tecnología que permita incrementar la producción de alimentos de manera sustentable y agroecológica, que garantice estándares higiénico-sanitarios. “Para ello, buscamos producir ensilados de alta calidad a partir de la reutilización de residuos y subproductos agropecuarios y agroindustriales que permitan incrementar la eficiencia nutricional, y la sanidad animal y ambiental”, comentó. De allí que los especialistas del INTA buscaron incorporar a la alimentación de los animales de cría intensiva cepas de BALs seleccionadas y pertenecientes al Banco de Cepas INTA (cuenta con alrededor de 800 aislados) a fin de contribuir en el incremento de la producción de alimentos dentro de un marco agroecológico y garantizar estándares higiénico-sanitarios para prevenir enfermedades de transmisión agroalimentaria de origen zoonótico y la generación de súpermicrobios. Durante la transición pre-post destete, estas cepas, entonces, surgen como una alternativa al empleo de antibióticos.
¿Todas las bacterias son malas?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) algunas, como los probióticos, cuando son suministrados vivos y en cantidades adecuadas, tienen efectos positivos en el organismo y en la salud de quienes las consumen. Para Kociubinsky Se trata de microorganismos naturalmente presentes en el intestino que inhiben un amplio espectro de microbios patógenos, estimulan las defensas, mejoran la digestión y la absorción de nutrientes esenciales y funcionales, lo que los destaca como una importante alternativa en reemplazo de los antibióticos (antimicrobianos en general). “No es ni más ni menos que volver al yogur de nuestras abuelas. Lo que hacemos es retomar la posta, mediante la aplicación del conocimiento sobre estos microorganismos generado en las últimas tres décadas que nos permiten seleccionar racionalmente las cepas naturales y evaluar su impacto sobre el ser vivo y el medio ambiente”, concluyó Kociubinsk.
Los sistemas de cría intensiva fomentan la promiscuidad microbiana y, con ello, la aparición de supermicrobios cada vez más agresivos y resistentes. El manejo agroecológico y la incorporación de probióticos nativos, entre las alternativas viables.
Los sistemas intensivos de cría fomentan la aparición de supermicrobios cada vez más agresivos y resistentes a los antibióticos. En la carrera evolutiva entre el hombre y los microorganismos, los más pequeños corren con ventaja. Los sistemas intensivos de cría fomentan la aparición de supermicrobios cada vez más agresivos y resistentes a los antibióticos.
De acuerdo con el coordinador del Proyecto Probio INTA nativa, Guillermo Kociubinski, la penicilina quedó obsoleta, para lo cual propone utilizar a los probióticos nativos de cepas nativas, al inicio mismo de la cadena agroalimentaria, y en el marco de un manejo agroecológico, como una alternativa viable. Se trata de bacterias ácido lácticas (BALs) que se agregan a la alimentación de los animales de cría intensiva mediante formulados multi cepa nativos para que actúen contra los microorganismos altamente agresivos de similar modo que un antibiótico a fin de prevenir enfermedades de transmisión agroalimentaria de origen zoonótico Las producciones intensivas agreden al ecosistema al generar mayor cantidad de desechos del que éste está capacitado a procesar. A su vez, esta situación fomenta la promiscuidad microbiana al promover el intercambio genético entre las bacterias para obtener, como resultado, súper microorganismos cada vez más agresivos y resistentes. Si se tiene en cuenta que los animales están menos inmunizados debido al concepto de destete precoz, los probióticos transmitidos por las madres a sus crías mediante la lactancia resultan trascendentales, según el técnico del Instituto de Alimentos del INTA Castelar.
En esta línea, el investigador –repatriado en 2009– aseguró que la penicilina quedó obsoleta y resulta esencial actuar preventivamente. Para ello recomendó aplicar una tecnología que permita incrementar la producción de alimentos de manera sustentable y agroecológica, que garantice estándares higiénico-sanitarios. “Para ello, buscamos producir ensilados de alta calidad a partir de la reutilización de residuos y subproductos agropecuarios y agroindustriales que permitan incrementar la eficiencia nutricional, y la sanidad animal y ambiental”, comentó. De allí que los especialistas del INTA buscaron incorporar a la alimentación de los animales de cría intensiva cepas de BALs seleccionadas y pertenecientes al Banco de Cepas INTA (cuenta con alrededor de 800 aislados) a fin de contribuir en el incremento de la producción de alimentos dentro de un marco agroecológico y garantizar estándares higiénico-sanitarios para prevenir enfermedades de transmisión agroalimentaria de origen zoonótico y la generación de súpermicrobios. Durante la transición pre-post destete, estas cepas, entonces, surgen como una alternativa al empleo de antibióticos.
¿Todas las bacterias son malas?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) algunas, como los probióticos, cuando son suministrados vivos y en cantidades adecuadas, tienen efectos positivos en el organismo y en la salud de quienes las consumen. Para Kociubinsky Se trata de microorganismos naturalmente presentes en el intestino que inhiben un amplio espectro de microbios patógenos, estimulan las defensas, mejoran la digestión y la absorción de nutrientes esenciales y funcionales, lo que los destaca como una importante alternativa en reemplazo de los antibióticos (antimicrobianos en general). “No es ni más ni menos que volver al yogur de nuestras abuelas. Lo que hacemos es retomar la posta, mediante la aplicación del conocimiento sobre estos microorganismos generado en las últimas tres décadas que nos permiten seleccionar racionalmente las cepas naturales y evaluar su impacto sobre el ser vivo y el medio ambiente”, concluyó Kociubinsk.